Admirando el lugar [mi niña Rose]

Me encontraba en la cocina con la mente dispersa en aquellos momentos, era increible que estas alturas de mi vida aún recordara con nitidez la primera vez que vi a mi esposo ayudandome con el problema de mi pierna y después... en la morgue donde me dieron por muerta, el me encontró.

Suspire alegre mientras que sonreía, escuché pasos urgentes, me giré encontrandome con mi linda hija Rose.

-Rose... ¿qué pasa?- le sonreí algo confundida

Ya tenia un tiempo que habiamos regresado ala casa de Forks y esa casa no era mi favorita, así que le propuse a Emmett que nos fueramos a vivir lejos de la mansión Cullen, odiabba dejar a la familia pero sabia que yo no podria estar mucho tiempo junto a mi "adorada" cuñada, ademas de que se que todos la perfieren a ella asi que no me extrañarian, lo que sin duda lo que mas me molestaba es que Emmett tambien la preferia.
Entre posiblemente enojada o mas bien dolida a la cocina donde se encontraba Esme.
-¿ Por qué? - pregunte cuando se volteo hacia mi - ¿Qué tiene ella que no tenga yo? - dije haciendo berrinche como niña chiquita, aunque en realidad estaba a punto de ponerme a "llorar".

Su labio inferior temblando, su postuira y mirada llameante, sin duda Rose estaba más que caprichosa... estaba afligida y todo por algo que simplemente por celos, celos inexistentes.

-Ay Rose- me acerqué abrazandola y acariciandole el cabello. -No tienes algo de lo que carezcas, yo amo a mis hijas por igual... ¿Por qué estas así por Bella, Rose?- pregunté con verdadera curiosidad.

La abrece más fuerte antes de alejarme de ella - No es cierto - dije casi gritando - La prefieres a ella, todos la prefieren - dije dando vueltas por el lugar como león engaulado - No es justo mamá, yo siempre intento caerles bien a todos y llega ella y lo arruina - dije exasperada moviendo las manos - La Odio - dije pegandome en la parede de la cocina y dejandome caer en el piso.

La escuché en silencio y negué con la cabeza al verla en ese estado tan terrible.

-No querida, no puedes odiarla es tu hermana- recalqué la última palabra y me acerqué a ella quedando de cunclillas.
-Tu eres linda y encantadora a tu manera ella es de otro modo así es el asunto y te repito que no tengo elección por nadie las amo igual a todas- finalicé firmemente.

- Puede que si - dije cruzando los brazos sobre mi pecho - Pero solo tu nos quieres a todas por igual, los demas no - dije posando la cabeza entre mis rodillas - Los demas la prefieren a ella - dije con tono de niña malcriada y berrinchuda - Siempre ella, hasta siento que si yo muriera todos estarian mejor - dije oprimiendo mi muerto corazón.